06 octubre 2008

Ir a clase II

Ir a clase virtual supone pensar la práctica educativa desde otras estructuras muy diferentes a la que estamos acostumbrados con la clase presencial, tradicional.

La pedagogía moderna construyó un tipo de subjetividad, constuyó una tecnología para la formación de la población, o bien una tecnología del yo: se "inventó el salón de clases"; y estas formaciones en el discurso y en la práctica han tenido su éxito en el marco de un escenario sociocultural determinado en el que las condiciones sociohistóricas que se dieron permitieron ese triunfo.

Hoy nos encontramos frente a nuevos escenarios socioculturales e históricos, con otras condiciones de posibilidad. De allí que consideramos que la conformación de la subjetividad a través de las nuevas tecnologías merece un análisis desde el punto de vista antropólógico. Reflexionar el modo en como nos configuramos en nuestra subjetividad a partir de la cultura mediática, cómo impacta en la vida social, es lo que nos permite este video: Web 2.0 … The Machine is Us/ing Us
Web 2.0 … The Machine is Us/ing Us es un ilustrativo video creado por Michael Wesch, profesor de antropología en la Kansas State University, que propone definir en imágenes el plurisemántico concepto de Web 2.0.
Este video, publicado el 31 de enero de 2007 en Youtube, una popular comunidad en internet para alojar videos, pertenece a un interesante y ambicioso proyecto denominado Digital Ethnography, el cual es dirigido por el mismo Michael Wesh y cuyo objetivo es analizar el impacto de la tecnología digital en la interacción humana.






Subjetividad pedagógica, subjetividad mediática, subjetividad en la experiencia de formación virtual. ¿De qué se trata? (*)
Nos interesa empezar a pensar cómo es la subjetividad construida en este dispositivo de formación virtual en el que estamos participando, qué relación guarda con la subjetividad pedagógica tradicional -si es que alguna relación tiene-y cuál con la subjetividad mediática o informacional.
Todo indicaría que hemos pasado del viejo formato pedagógico -materializado en una fuerte presencia y en un contexto espacio temporal- a un dispositivo totalmente nuevo cuya marca más visible parece ser la virtualidad y las operaciones informáticas. Hay, para nosotros, unas cuantas preguntas claves:

­ ¿Cómo se habitan los distintos dispositivos mediático-informacionales?.
­ ¿Cuáles son las marcas del dispositivo pedagógico en las nuevas condiciones mediático informacionales?
­ ¿Cuáles son las figuras subjetivas del nuevo escenario tecnológico?
­ ¿Qué incidencia tienen los recursos tecnológicos en las nuevas figuras de la subjetividad y en las modalidades desplegadas para habitar las situaciones?

Se trata de una serie de preguntas para las que todavía no tenemos respuestas. Una subjetividad sólo puede pensarse implicándose en una situación. En este sentido, nuestra situación -este posgrado en el que interactuamos docentes y alumnos- es una situación privilegiada para empezar a pensar acerca de los efectos de los dispositivos informacionales en la subjetividad. O dicho de otro modo: para empezar a pensarnos.
Les proponemos entonces analizar los rasgos de este dispositivo de formación virtual en relación con el dispositivo pedagógico tradicional y el dispositivo mediático. Se trata de pensar qué semejanzas y diferencias podemos establecer respecto de dos ejes principales de análisis: la autoridad y el saber/información.
Podemos iniciar esta reflexión planteándonos:
­ ¿Qué es aquí asistir a clase? ¿Qué operaciones[1] producimos en el intercambio con el material y los espacios virtuales?
­ ¿Qué diferencias y /o semejanzas encontramos en relación con la posición de alumnos que se establece en el dispositivo pedagógico tradicional?
­ ¿Qué links se producen entre las clases, entre las clases y la bibliografía, entre estos espacios y el foro?
­ ¿Dónde está la autoridad?
­ ¿Qué efectos se producen en el intercambio con los compañeros?
­ ¿Se trata de una experiencia mediática /interactiva más? ¿Qué diferencias y/o semejanzas podemos percibir con cualquier otro formato virtual ?

A modo de referencia orientadora sobre el tema que estamos explorando, y para trabajar éstas y otras preguntas les proponemos leer una descripción de la subjetividad pedagógica y de la subjetividad mediática. Esta descripción está pensada a partir del análisis de las operaciones prácticas que se ponen en juego en los distintos dispositivos.


Subjetividad pedagógica

Memoria y atención

Tengo que leer un libro escolar o universitario[2]. Estoy obligado a subrayarlo, a identificar ideas principales, a relacionar las ideas de ese libro con otro, a realizar una ficha bibliográfica, a ubicarlo en el conjunto de una bibliografía, en el interior del programa de la materia, a producir un resumen, a contestar consignas; he de someterme incluso a un ritual llamado examen en que se me evaluará en el desempeño de todas las operaciones anteriores: soy una subjetividad pedagógica. El conjunto de esas operaciones, que el sujeto realiza a través de un sinnúmero de prácticas es lo que instituye la subjetividad. Todas las operaciones mencionadas requieren de la memoria; que es la condición esencial para ejecutarlas. Desde luego, la memoria se instituye también como efecto de las prácticas pedagógicas: el control de lectura, el examen, la escritura bajo consignas precisas, son prácticas que, alentadas y repetidas insistentemente desde la escuela o la universidad, instituyen prácticamente la memoria pedagógica.
Por otra parte, estudiar requiere concentración: sentado en un solo lugar, sin moverme. Alejado de otros estímulos. Si leo, escucho mi voz, mi discurrir, si escribo, veo mi letra, si resuelvo una consigna intento deducirla a partir de las premisas aprendidas. Siempre concentrada: es decir, centrada toda en un punto, alejada de cualquier estímulo que interfiera esa relación de intimidad (y de interioridad) que establezco con mi conciencia para pensar. Al respecto, resulta ilustrativa la expresión del estudiante atribulado: “no me entra; no me entra”. Todo lo cual habla de una correlación entre memoria, atención y pensamiento en un espacio interior.

Autoridad
Asisto a una clase, no hay duda de quién ejerce la autoridad. Estoy sentada, escucho lo que dice el profesor, tomo nota o hago dibujitos. Nadie advierte en qué órbita estoy, qué pienso si estoy atenta o represento el personaje del alumno. Da igual. Tal vez me disperse, me duerma, pero esto no altera el plan trazado, ni la escenografía de la clase. Los lugares están claramente diferenciados, instituidos, no hay confusión posible. Respondo en el momento indicado. Si algún compañero interviene probablemente atienda lo que dice pero rara vez tomo nota de su intervención. En principio -al menos en la práctica del apunte- esos dichos carecen de autorización, salvo que explícitamente sean recuperados por el docente. Disertación, “participación”, recreo. Evaluación, aprobación, desaprobación. La secuencia está definida. No puedo frenar la clase y proponer retroceder o pasar a otro tema. No puedo interrumpir para ir en busca de un texto que se me ocurre interesante u oportuno consultar.

Saber
El saber es claramente lo que se opone al sentido común, el saber está compendiado y documentado según principios epistemológicos establecidos, el saber es a priori y legitimado por la comunidad académica que define los criterios de validación. El saber es verdadero o falso según parámetros internos a la disciplina. El saber es condición previa para entender, explicar la realidad, conferir significatividad a la experiencia. El saber es secuencial: se empieza por un lugar o concepto se continua por otro y así hasta alcanzar la meta de mayor abstracción. El saber está concentrado en la autoridad. Algunos saben; otros no; pero potencialmente, todos podemos saber. El saber se acumula, requiere pasos, metodología, mediación y tiempo. Sobre todo tiempo. Y un tiempo regular, no cualquier tiempo.

Temporalidad
Ritmos lentos y horarios fijos. Secuencias y tránsitos inviolables. Un momento para cada saber, un tiempo para cada etapa. La acumulación y el esfuerzo de saber lleva su tiempo.


Subjetividad mediática

Conexión

En la era de información las distancias se suprimen. No importa donde esté, todo la información está a mi alcance. Hay ahora sin aquí. No hay jerarquías, todo puede yuxtaponerse en la pantalla. Me relaciono con la información; no con un interlocutor. No hay emisores ni receptores; sólo flujos. Nada se selecciona con algún criterio preestablecido; todo se busca. No dependo de una autoridad para acceder a la información, o para producirla, o para hacerla circular. Soy un perpetuo vidente y un perpetuo interactivo. Todo puede ser visto, oído y olvidado. Una información sustituye absolutamente a otra. Ninguna articulación es necesaria entre fragmentos de información. La velocidad lo impregna todo. El saber se torna rápidamente obsoleto. Ningún dispositivo nos programa, el imperativo es programarse a uno mismo.
Prendo la computadora, voy al correo, hago clik, leo o elimino los mails según mi interés. Respondo mecánicamente o concentradamente. Me conecto a Internet, busco un sitio, bajo información o rastreo rápidamente la página. Si no soy un hacker me detengo en el word para escribir algún trabajo. Si no programo, ni trabajo en red, sólo se trata del uso instrumental de un recurso. Ni subjetividad informática ni modificación de la subjetividad pedagógica.

Saturación
Miro la tele y me olvido de todo. Estoy tirada, o seguramente haciendo otra cosa mientras tanto. Nadie mira tele mirando con atención y concentración lo que sucede en la pantalla. Cuando apareció el control remoto, la abuela de un amigo que no se había enterado de qué se trataba ese aparatito, decía que los programas venían mucho más cortos, sin advertir que mi amigo le estaba dando como loco al zapping. Estoy en el mundo sin estar en él. Instantaneidad, fugacidad, velocidad.
Entro a un shopping, a un bar, incluso a la sala de espera del médico o del odontólogo: una pantalla (una por lo menos) sale a capturar mi mirada, o la FM se mete en mis oídos. Salgo, tomo un taxi: de nuevo la FM (o la AM, o a lo mejor tengo suerte y el tachero me habla de lo que vio anoche en Grondona). Todo huele, todo suena, todo brilla, todo, todo se me impone. La subjetividad está saturada de estímulos; la desatención es el modo pertinente de relación con el discurso: una subjetividad sobresaturada de signos. La desatención (o desconcentración) es un efecto de la hiperestimulación: no hay signo que quede libre: no tengo más atención que prestar. Tesis: la subjetividad contemporánea se caracteriza por un predominio de la percepción sobre la conciencia.

Memoria
¿Qué ocurre con la memoria en el dispositivo informático? La memoria se ha desplazado hacia los aparatos. La era de la información es la era de las memorias artificiales. Antes uno tenía que acordarse de las cosas para recuperarlas más tarde. El ejercicio de la memoria tenía sentido. Y si no, ahí está para atestiguarlo el viejo programa Odol Pregunta, en el que los chicos genios eran inteligentes porque eran capaces de acopiar una cantidad de información que casi nadie podría recordar. Sin embargo, hoy por hoy la memoria ya no es indispensable. Los dispositivos de almacenamiento y recuperación de información están disponibles y al alcance de la mano, sólo es necesaria la inteligencia del operador que los active: me mando mails a mí misma o a otros para recordar las cosas; si no me acuerdo, el historial del explorador me devolverá el recorrido que hice ayer . Puedo no acordarme de lo que dije en una conversación; pero el intercambio de e-mails queda registrado. Estamos ante miles de mecanismos de archivo; pero no es éste el archivo que preserva la cultura. Es el archivo de lo personal y cotidiano , tal vez un modo que tenemos de enfrentar la saturación y compensar el olvido, y las lagunas, propias de la subjetividad mediática (¡tengo que copiar todo en zip!).

El imperativo de interactividad
El lugar del otro también es diferente en la lógica mediática y la comunicación virtual. Por ejemplo, en los sitios de chat los usuarios se tratan con familiaridad aunque no se conozcan. El contacto es con alguien, pero alguien sin rostro y sin nombre (el nombre es reemplazado con un “nick”[3]). En la “comunicación-espectáculo” de los medios, en el diálogo con los televidentes/oyentes (¡¡¡Hola Susaaanaaa!!!). En el entorno informático mediático, la figura del autor es reemplazada por las modulaciones del usuario.


(*) Estas Notas corresponden a clases tomadas en la carrera Diploma Superior en Gestión de las Instituciones y Sistema Educativo- Flacso, Bs.As., 2004



[1] Cuando hablamos de operaciones no nos referimos sólo a las ejecuciones técnicas, a las meras acciones: imprimir, conectar un link, abrir el correo o leer los mensajes en el foro, sino a los efectos de pensamiento producidos en la interacción propuesta. Por ejemplo: un compañero de Neuquen comenta que él imprime algunas intervenciones del foro y las archiva como texto. Pensamos que esta actitud tiene un efecto: autoriza las idea que proceden de los pares, generándose una red efectiva. La mera acción de imprimir ha devenido operación porque nos ha dado qué pensar acercan del estatuto del saber y la autoridad en el foro. Incluso, en el límite, habría que pensar si el dispositivo del foro no es un dispositivo de producción de paridad de las voces, y en ese caso la autoridad ha perdido –o ganado- un estatuto.
[2] Estas notas se escriben a partir de un trabajo de Cristina Corea, ADD: ¿Un rasgo de la subjetividad instituida? Intervención en el Workshop: Subjetividad actual de la niñez: La atención, su función y dis-función. Escuela de Psicoterapia para Graduados. Jornadas de niños y adolescentes , 3/7/1999.
[3] Nótese que, si el nombre es portador del “nombre del padre” y para toda la vida, el nick es una operación de bautizo autónomo y duración “ad hoc”.

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