14 septiembre 2009

¿Con qué prismáticos observamos y construimos la realidad social? Notas sobre las teorías de acción social que subyacen en los enfoques metodológicos*

¿Cómo construimos el conocimiento acerca de la realidad? ¿Qué caminos utilizamos para construir la realidad que queremos conocer, para enfocar los problemas y encontrar las respuestas adecuadas?¿Qué presupuestos teóricos sociales están implícitos en nuestros modos de acercarnos a la realidad y de construir el objeto de conocimiento? En este sentido, ¿En qué consiste la tarea del investigador? ¿Cuál es nuestro posicionamiento metodológico como investigadores?Nuevos viejos términos aparecen en el escenario cuando queremos responder a estas preguntas. Ya la filosofía clásica se hizo la pregunta por el conocimiento, pero nosotros trataremos de dar una respuesta desde el reconocimiento de la complejidad de la realidad social, lo cual implica conocerla y objetivarla, pero sobretodo a “imaginar mundos posibles” susceptibles de ser investigados en la cotidianeidad, en la que ‘ingenuamente’ vivimos y con-vivimos, y en la práctica de la acción investigativa. Para ello, utilizaremos la analogía del ‘prismático’, cuyo significado es ‘instrumento constituido por dos anteojos acoplados que proporcionan una visión binocular aumentada de los objetos lejanos’, y también, como adjetivo, ‘relativo a prisma’, que nos lleva a que ‘un prisma es un triangular de cristal, que se usa para producir la reflexión, la refracción y la descomposición de la luz’. Esta analogía nos viene bien para pensar los modos de construcción de la realidad, para lo cual los sujetos/científicos suelen utilizar un prisma u otro para la producción de métodos de investigación.
Las teorías acerca de la sociedad son el producto cambiante de un proceso colectivo de construcción. Sus conceptos son el resultado, siempre provisorio, de la reflexión realizada por conjuntos de pensadores o académicos en interlocución entre sí, o directa o indirectamente con políticos o técnicos, u hombres comunes o ‘analistas de café’. No puedo imaginar a Durkheim pensando solo, ni a Marx, seguramente sus textos discutían con textos de otros, habrán tenidos sus alumnos seguidores como también sus enemigos de carne y hueso, o de papel. En fin, lo que trataremos de plantear aquí es la vinculación que hubo, y que hay, entre las preocupaciones sobre la construcción del objeto de las ciencias sociales y las propuestas de los científicos sociales respecto a los modos en cómo construir ese objeto de conocimiento, o lo que es lo mismo, la construcción de una metodología para investigar en estas ciencias, y por qué no el ‘prisma’ a utilizar en ese proceso.
Por un lado, encontramos quienes utilizan un prisma objetivista, -muy conocido y expandido en una época- y llamado también ‘positivista’, con una presencia actual importante en las prácticas investigativas. Este prisma permite adoptar “una visión dualista de la totalidad social[1] y por lo tanto el uso de métodos cuantitativos para dar respuestas a los problemas sociales.Creemos que utilizando ese prisma produciríamos, como lo dice Guber, “un conocimiento verdadero, pues al partir de la experiencia sensorial nos muestra la realidad tal como es. La realidad ha sido reducida al plano de lo material (y en este sentido, al plano objetivo)”[2]. Así, quien aborda la realidad a investigar con este prisma es algo así como ‘refractar’ la realidad tal cual es, y por tanto, lo que consigue es “cercenar el mundo social y… concebirlo en su carácter moral, regido por normas que son introyectadas por los miembros de una sociedad dada. El individuo encarna normas y valores de existencia social; el conflicto entre individuo y sociedad es producto de los desajustes del primero con respecto al sistema normativo prevaleciente"[3].
Dado que para otros la práctica humana como activa conductora del proceso histórico es dejada de lado, hay quienes recurren al uso del ‘prisma interpretativo o subjetivista’, destacando el “papel del sujeto en la historia como hacedor de su destino… los hechos históricos y sociales son resultado de voluntades singulares que permanecen inexplicadas o indeterminadas”[4]. Con este prisma adoptamos una visión interpretativista que supone que la subjetividad explica la realidad social, es decir, son los actores con sus motivos, ideas, creencias y propósitos, la fuente principal del conocimiento de los sujetos y sociedades.
Ahora bien, ¿con qué prisma nos quedamos si queremos encontrar respuestas a los problemas de la realidad desde la práctica investigativa? ¿Qué caminos utilizamos para construir la realidad que queremos conocer, para enfocar los problemas y encontrar las respuestas adecuadas? Creo que aquí vale detenerse a recordar nuestra analogía, del significado del prisma como un triangular de cristal. En ese triángulo de cristal podemos situar las perspectivas integradoras que evitan de “diluir las diferencias entre objetividad y subjetividad social, sino que buscan analizarlas integralmente, en tanto una no existe sin la otra. Y esto es así, dado que la objetividad –aspectos económicos- como la subjetividad –representaciones, creencias, bagaje cultural e ideológico, etc.- son igualmente objetivos, pues están objetivamente determinados”[5].
Construir el objeto de conocimiento, más aún cuando se trata de las ciencias sociales y en las ciencias de la educación, tiene sus complejidades particulares que merecen una reflexión más. Una de las complejidades remite específicamente al riesgo de pensar la realidad tal como es percibida desde el sentido común, a partir de afirmar que es la vida misma la que explica e impone una realidad, que es parte de la naturaleza de ser de las cosas. De esta manera, impone una concepción de la realidad donde “las cosas son como son”, expuesta con tal nivel de certeza que terminamos convencidos de que es obviamente así, que los hechos sociales son de esa manera, tan abiertos y trasparentes que pueden ser observados a simple vista, se encuentran dispuestos sobre la superficie para que puedan ser entendidos como tales. Pero es necesario reconocer que detrás de esta ilusión de transparencia, el sentido común no percibe desde la espontaneidad, sino que está engarzado en un mundo cargado de significaciones, en ese sentido puede considerarse como una interpretación de la experiencia cotidiana, construida históricamente. Bourdieu, Chamboredon y Passeron[6] van a aportar a este análisis, una mirada rigurosa para prevenir contra la ilusión del saber inmediato que genera la familiaridad con el mundo social. Todos los esfuerzos de objetivación deben ser aplicados para realizar efectivamente una ruptura con la influencia de las nociones comunes. La posibilidad de realizar descubrimientos implica entonces romper con la creencia de que se puede leer directamente lo real, para comenzar a preguntarse acerca de las relaciones entre elementos no siempre evidentes. Así plantean los autores que lejos de pensar las relaciones sociales como “relaciones entre subjetividades animadas de intenciones” como se ha hecho desde una sociología espontánea, es necesario realizar las consideraciones teóricas pertinentes para comprende que aquello que estudiamos son “relaciones entre condiciones y posiciones sociales”, y que ello es más apropiado para pensar lo real, que la ilusión de transparencia que genera pensar lo social como un conglomerado de individuos.Recuperar un párrafo de Elías puede ayudar a la comprensión de esta idea. Dice este sociólogo en relación al pensamiento comprometido y al pensamiento distanciado: “la pregunta típica del pensamiento comprometido ¿qué representa eso para mí o para nosotros? Se encuentra ahora subordinada en el pensamiento distanciado a preguntas como ¿Qué es eso? O ¿Cómo están relacionados estos fenómenos entre sí?”[7].
Siguiendo este análisis nos va a conducir, necesariamente, al lugar del investigador en la producción del conocimiento, para lo cual los conceptos de compromiso y distanciamiento en el proceso de investigación, hace darnos cuenta de la empresa altamente riesgosa a la hora de analizar un fenómeno social. Cuando nos referimos en nuestros estudios a los otros lo hacemos también refiriéndonos a nosotros mismos, así cuando en las interpretaciones que hacemos, durante el proceso de la investigación, ponemos énfasis en el sujeto investigado, se puede afirmar que hay un estado de compromiso. Pero si se logra interpretar a nuestro sujeto de investigación sin teñirlo de nosotros mismos, podemos afirmar que existió un esfuerzo de distanciamiento. Si parafraseamos a Elías, habremos comprendido que "el compromiso conlleva al involucramiento, a los intereses, a las emociones, en tanto que el distanciamiento permite la reflexión y consecuentemente a acciones más adaptadas a la situación; en cambio, un alto compromiso dificulta el discernir y el reaccionar ante el fenómeno."[8] Si utilizamos el prisma como ‘reflexión’ sobre la práctica nos podría llevar al significado que Bourdieu le imprime:"la reflexividad no significa a la objetividad, sino en poner en tela de juicio el privilegio del sujeto conocedor al que se exenta de manera totalmente arbitrario, en tanto que puramente no ético, del trabajo de objetivación... es dar cuenta del sujeto empírico en los mismos términos de la objetividad construida por el conocimiento científico... y con base en ello, tomar conciencia y lograr el dominio de las coacciones que pueden operar contra el sujeto científico a través de todos los nexos que lo unen al sujeto empírico, a sus intereses, impulsos y premisas , los cuales necesita romper para constituirse plenamente... hay que buscar en el objeto construido por la ciencia las condiciones sociales del sujeto y los posibles límites de los actos de su objetivación."[9]
Por último, la construcción del objeto de conocimiento no se da de una vez y para siempre, lo que cuenta en realidad, como diría Bourdieu[10], “es el rigor en la construcción del objeto”, a lo que agrega “no confundir la rigidez científica con el rigor científico y así privarnos de este o aquel recurso disponible… sino que sólo se aplicaría una sola regla: está prohibido prohibir”. De este modo, el investigador que realiza la tarea siguiendo esta regla también tendrá que tener en cuenta el contraponer a esta extrema libertad en las decisiones metodológicas, “una extrema vigilancia que debemos aplicar a las condiciones de uso de las técnicas…” lo que conlleva una “postura activa y sistemática frente a los “hechos”. Romper con la pasividad empirista, que hace poco más que ratificar las preconstrucciones del sentido común, sin recaer en el discurso vacuo de la ‘teorización’…”[11]
Lic. Vilma Herrera
*(Este escrito fue publicado el 7/05/2008, en http://www.catedraenreduca-investiga./, blog que comparto con alumnos de distintos profesorados, distintas instituciones y distintos años, y en el espacio de investigación educativa, en el que como proyecto colaborativo se van publicando las producciones anuales que realizan)
[1] Guber, R. El salvaje metropolitano. Edit. Paidós. Bs. As. 2005. pg. 56
[2] Guber, R. Op. Cit. pg. 56
[3] Guber, R. Op. Cit. pg. 56
[4] Guber, R. Op. Cit. pg. 56
[5] Guber, R. Op. Cit. pg. 56
[6] Bourdieu, P.; Chamboredon, JC. Y Passeron, JC. El oficio del sociólogo. Edit. Siglo XXI. Bs. As. 2000
[7] Elías, Norbert. Compromiso y Distanciamiento. Ensayos de sociología de conocimiento. Ediciones Península. Barcelona. 2002. pg 26-27
[8] Elías, N. op. Cit.
[9] Bourdieu, P.- Wacquant, L. "Respuestas por una antropología reflexiva". Edit. grijalbo. 1995. México
[10] Bourdieu, P. – Wacqüant, L. “Invitación a una sociología reflexiva”. Edit. Siglo XXI. Bs. As. 2005. pag. 308, 317
[11] Bourdieu, P. – Wacqüant, L. pag 324

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