07 mayo 2008

HACER ESCUELA ES CONSTRUIR EL LAZO SOCIAL(*)

La escuela, posiblemente como ninguna otra institución o agencia social, sobre todo la escuela pública, ha servido a la igualdad y a la integración social de los individuos en la sociedad. Pero en nuestros días, las escuelas están sometidas a ataques, desafíos y problemas que las hacen tambalear, y nos hace suponer su transformación en algo diferente a lo que ha venido siendo hasta la actualidad.
Las embestidas le vienen del mercado, de una sociedad de capitalismo avanzado, de la llamada globalización, y los fenómenos relacionados con ella. En este sentido, "la escuela no está integrada al contexto, pues esto significaría que su misión organizacional sea elaborar el lazo social, construir identidades sociales. Por el contrario, las escuelas ...están invadidas por el contexto"[1]. Pero, a pesar de ello, la escuela - y sobre todo la escuela pública - resiste, y "...parece haber quedado instalada como una de las últimas organizaciones de frontera en contacto con la exclusión. La escuela está ahí, presente, después de la retirada de múltiples puentes de acceso social”[2].
Muchos son los problemas a los que se enfrenta la educación en nuestros días, pero sin duda, la violencia, la exclusión, la marginación, la pobreza, son algunos de ellos, frente a los cuales hace falta reinventar nuevas formas de hacer escuela, que generen formas de composición social.
Últimamente, el campo social se nos presenta con un paisaje diferente al que conocíamos y al cual nos estamos acostumbrando paulatinamente: situaciones de marginación, violencia, exclusión, nuevas configuraciones familiares, delincuencia juvenil, niñas- madres, entre otros. Es decir, lo que otrora se nos presentaba como casos de excepción, para lo cual se permitía tomar una medida preventiva para esos sujetos con el fin de evitar un peligro para la seguridad del estado, hoy ese estado de excepción, que fundaba el campo, se disuelve y pasa a ser algo normal, se transforman en situaciones cotidianas. Parafraseando a Agamben, en el campo social, el estado de excepción, que era esencialmente una suspensión temporal del ordenamiento, adquiere ahora una disposición espacial permanente que queda como tal, pero siempre fuera del ordenamiento normal"[3].
En el campo educativo, lo que se ha convertido en una realidad permanente son estas situaciones a las cuales las escuelas ya no pueden dar respuesta, los docentes ya ‘no entienden o no saben’ qué hacer con ellas. El saber aprendido en su formación se torna ineficiente, se sienten vulnerables. Los diferentes actores sociales habremos de empezar a discutir seriamente estas problemáticas, y los educadores especialmente, pues si no problematizan estas situaciones, se verán afectados por ellas -de hecho lo están- y se podría dar lugar a la resignación. La afectación por el padecimiento trae resignación, lo que desadueña el contento por las elecciones de lo que llevó a ser educador. No hay modo de educar si uno no se filia con el lazo social.

[1] Duschatzky, S. - Birgin, A. (comp). "¿Dónde está la escuela? Ensayos sobre la gestión institucional en tiempos de turbulencia". Edit. FLACSO -Manantial. Bs. As., 2001. Pg.20
[2] Duschatzky, S. - Birgin, A. Op. Cit. pg. 18
[3] Agamben, Giorgio. "¿Qué es un campo?" en Revista Sibila, Nº1, enero de 1995
* Este artículo fue publicado en Diario El Diario, junio 2006, como forma de poner en debate entre el público algunas cuestiones sobre educación.

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